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Innovación interna para cambiar la percepción negativa del ciudadano
5 min read

¿Qué pueden hacer los funcionarios para acabar con la burofobia?

Un informe reciente del Banco de España sobre la evolución del empleo en las Administraciones Públicas confirma que, mientras el sector privado ha ido reduciendo trabajadores de forma progresiva durante los años de la crisis, el número de trabajadores públicos se ha mantenido estable e incluso ha crecido.

En concreto, cuando terminó 2016 las AAPP tenían 2.840.000 trabajadores, unos 30.000 más que en 2007. Teniendo en cuenta que la cifra total de asalariados ronda los 16 millones, eso significa que uno de cada seis trabajadores españoles es funcionario.

Si atendemos a los datos de Contabilidad Nacional, de toda la masa salarial española (470.000 millones de euros) el 20% es para los trabajadores públicos; o dicho de otro modo, el 25% del gasto público se destina a las nóminas de los funcionarios.

El 25% del gasto público se destina a pagar a funcionarios

¡Menudo chollo lo de ser funcionario! o ¡cuánto nos cuestan!, dirán algunos. Si tú eres trabajador público sabrás que esto no es cierto y que estas macrocifras no hacen justicia a un escenario donde las contrataciones públicas también han disminuido, los trabajadores salientes apenas han sido sustituidos y en el que la interinidad es uno de los grandes males (aunque por suerte Gobierno y Sindicatos han acordado que unas 500.000 plazas interinas y temporales saldrán a oposición en los próximos años para convertirse en puestos indefinidos).

Si las cifras se interpretan únicamente desde el punto de vista macroeconómico se genera una imagen de despilfarro en salarios y se refuerza la idea de que los empleados públicos son unos privilegiados, porque además sus puestos son vitalicios. Si a esto le añadimos la burocracia y lo complejos que son ciertos trámites con la Administración, a los burófobos les sobran las razones para mantener sus prejuicios.

Perfil del burófobo

El burófobo, presente incluso entre los propios empleados públicos, se queja de la Administración y desconfía de los funcionarios, pero en cambio, cuando les preguntan por su propia experiencia, resulta ser positiva. Es decir, no tienen justificación para defender sus ideas.

Según la investigación realizada por la socióloga de la Universidad de Zaragoza Inés Calzada y la politóloga del Instituto de políticas y bienes públicos del CSIC Eloísa del Pino, el 20% de los españoles son burófobos y las comunidades con más burofobia son Madrid, Cataluña y Valencia. La que menos, Navarra.

Los prejuicios de los burófobos hacen que siempre actúen a la defensiva cuando se relacionan con la Administración. No importa que el trámite se resuelva de forma satisfactoria y el funcionario les atienda bien, ellos seguirán pensando que son profesionales deficientes. Entonces, ¿cómo deshacerse de estos estereotipos?

Cómo acabar con la burofobia

Para mejorar la imagen de funcionarios y trabajadores públicos la Administración define nuevos marcos legislativos para mejorar su relación con la ciudadanía* pero esta no es la única medida. Los propios funcionarios pero especialmente desde el departamento de RRHH se puede contribuir activamente en esa mejora. Veamos cómo:

* (Leyes 39/2015 de Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas y Ley 40/2015  de Régimen Jurídico del sector Público)

Cambiar la filosofía de trabajo entre los funcionarios

Durante décadas la Administración Pública ha sido un ente donde las nuevas ideas, el cambio o la transformación sufrían una importante resistencia. La opacidad también caracterizaba los procesos y muchos funcionarios, sobre todo los de mayor edad, han trabajado siempre en ese clima.

Por suerte ya no es así, y aunque aún queda mucho trabajo por hacer, cambios como el que impulsó la Ley de Transparencia, que entró en vigor en 2013, han producido un cambio cultural, fomentando la comunicación abierta de lo que hacen los organismos públicos.

Los funcionarios públicos por su parte pueden impulsar iniciativas que les acerquen a la ciudadanía. Las redes sociales son un canal excelente para ello, hablarle de tú a tú y atender sus demandas. Ya no resulta extraño encontrar “influencers” dentro de las Administraciones Públicas que escuchan, interactúan y proponen mejoras desde dentro, como Rodrigo Martín, Juan Vicente Oller o Amalia López, entre otros muchos.

Las redes sociales son un canal excelente para hablarle de tú a tú a la ciudadanía y fomentar la transparencia

También se pueden lanzar iniciativas de participación ciudadana, que pueden ir desde recopilar opiniones mediante consultas, fomentar la escucha activa en RRSS o incluso la co-creación a través de laboratorios de innovación pública.

Una nueva gestión administrativa digital

La Ley 19/2013 de Transparencia fue un gran paso para acercar los organismos públicos a los ciudadanos, obligándoles a difundir información relevante y actual a la ciudadanía aún cuando esta no la solicite. Esta norma, combinada con las leyes 39/2015 y 40/2015 de Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas, sirven para que ayuntamientos y organismos públicos empleen los canales electrónicos de forma más eficaz y rápida, entre ellos y con el ciudadano.

Pero las Administraciones Públicas aún tienen largo camino por recorrer en cuanto a la tramitación digital, ya que ésta debe ir más allá de ofrecer un medio electrónico sobre el que soportar el trámite administrativo. De nada vale digitalizar un proceso si la forma de trabajar no cambia.

El foco debe ahora situarse en diseñar nuevos procesos y en cambiar documentos aislados por información descentralizada, conectada y accesible. Y por mejorar la usabilidad y la experiencia de usuario. Sectores como el turismo, la banca o los medios de comunicación llevan tiempo haciéndolo y pueden servirles de ejemplo a la Administración Pública para responder a la demanda de sus usuarios, que son los ciudadanos (todos nosotros).

Las Leyes 39/2015 y 40/2015 indican que no se deben excluir a aquellos sectores sociales que no tienen acceso a medios técnicos, es decir, las personas físicas podrán optar por relacionarse con las Administraciones por medios electrónicos o por medios tradicionales. Pero incluso ahí, la digitalización puede ayudar a mejorar procesos. Digital no significa sustituir personas por máquinas, sino que esas personas puedan ayudar al ciudadano más eficazmente.

Hacia una nueva gestión de Recursos Humanos en la Administración Pública

Para cambiar la percepción que la sociedad tiene de los funcionarios y de la Administración primero hay que impulsar el cambio desde dentro y quien tiene el poder de lograrlo es el departamento de RRHH. Puede hacerlo impulsando iniciativas que llevan años sobre la mesa y que muy pocas instituciones aplican de forma eficaz, como la evaluación del desempeño, el desarrollo profesional y una nueva estrategia formativa, y que terminan calando de forma positiva en el servicio al ciudadano.

Pero para esto es primordial que los organismos y los responsables de RRHH utilicen las TIC para automatizar las tareas administrativas y funcionales que más tiempo les llevan pero que aportan poco valor añadido. Por ejemplo, implementando el uso de Áreas del empleado móviles o la externalización de servicios como la nómina y su tramitación fiscal.

Aunque la burofobia se sustenta sobre todo en prejuicios, las Administraciones y sobre todo el área de RRHH pueden hacer mucho para acabar con ella y por mejorar su imagen y servicio al ciudadano. El cambio empieza desde dentro.

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